ETAPA 8
18 de julio
MARKTOBERDORF – KEMPTEN ( 34 KM)
Nos despedimos de Klaus y vamos hasta la estación de trenes
(Bahnhof) y desde allí seguimos las señales hasta Görisried.
Desde allí siguiendo las señales se llega a la Kapellewald, tardamos hora y
media en llegar, la subida no es tan fuerte como indicaba el perfil.
Es una capilla pequeña, abierta, como todas las iglesias y
con el sello para las credenciales y un libro de visitas.
Siempre lo ojeo y escribo, está todo en alemán y yo escribo
en español para dejar huella de nuestro paso por allí.
Allí nos quedamos un rato, tomando fruta a la sombra y
decidiendo que opción coger, porque hay un panel, con un mapa y diferentes
opciones:
-
Ir directamente a Betzigua y de allí a Kempten, o
-
Ir a Betzigua, subiendo primero a Gotzen
-
Hay otra ruta, también a Betzigua, pero más larga
En esta etapa los distintos destinos no coinciden con las
etapas programadas, el destino final es el mismo, pero no los pasos
intermedios. Incluso hay distintas opciones con la señal de camino.
La etapa es muy
larga, decidimos coger el camino más corto.
En definitiva la etapa queda así:
Marktoberdorf – Görisried – Kapellewald-Betzigua- Kempten
Es difícil precisar la distancia exacta.
Como no es demasiado tarde decidimos comer en Betzigua, solo
faltan 5,5 km a
Kempten. Es la primera vez que paramos a comer, solemos tomar un bocadillo y
luego hacer una buena cena, con horario alemán, o sea a las 7 como muy tarde.
Pero ha sido un fallo, hace mucho calor y los 5,5 km se hacen eternos. Tardamos en
llegar y además Kempten es un ciudad grande, cuando vemos el primer cartel,
pensamos que hemos llegado y ponemos el GPS para que nos lleve al hotel.
Un infierno, nos hace seguir 1,8km hasta el río, y entramos
a la ciudad por un lateral, luego nos mete en el centro de la ciudad y el GPS
no deja de marcar cada vez un destino más lejano e incierto. Al final paramos
en la plaza, en frente de una gran iglesia, San Lorenzo, pero ni entramos, nos
tomamos una coca-cola y buscamos un taxi que nos lleve al hotel. Estábamos
todavía muy lejos, el taxi sale a una circunvalación y se va a la salida de la
ciudad y allí, en un barrio nuevo, esta el hotel.
Se trata de JUFA, es una especie de albergue familiar,
enorme, lleno de gente. Nos dan una habitación impersonal triple, con baño,
pero debe haber habitaciones grupales, porque hay mucha gente muy joven.
El JUFA tiene piscina y como hace calor y por allí no hay
opción de volver al centro de la ciudad, la aprovechamos. Son piscinas con vaso
de acero, hay por lo menos cinco, una a temperatura ambiente, o sea helada y vacía, el resto con agua muy templada, hay
incluso una circular, con el agua impulsada, en la que entras y das vueltas dejándote
llevar. Esta claro que es un lugar de vacaciones familiares y grupales.
La sorpresa llega al día siguiente, la triple nos cuesta 190€.
Nos lo reservó Klaus, el nos dijo que era cara, entendimos 100 ó 90 €.
De todas formas no había mucho donde elegir y lo más penoso
es llegar a una ciudad y empezar a buscar, con las botas y el macuto a la
espalda.
Yo disfrute mucho de la piscina y mis músculos también.
Lo malo de este albergue-hotel, además del precio, es que
esta muy lejos del centro, que parecía muy bonito, a pesar de verlo con
cansancio. Lo bueno, el bañito y que al día siguiente tienes cuatro o cinco
kilómetros menos, porque ya estas en la salida.
Aunque en sitios como este, no tienes la sensación de ser un
peregrino.
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